Barbos en invierno al feeder

En mi primera entrada de 2018 voy a describir una jornada de pesca al feeder en busca de barbos. El invierno es la época que más me gusta para ir al río y tentar a estos misiles ibéricos. No conseguí muchos pero estrené el año de la mejor manera posible: disfrutando de las carreras de estos peces. 

El primer pez de la jornada.

No me cansaré de repetirlo: Madrid ofrece muchas posibilidades al pescador. Estoy de acuerdo que apenas dispone de escenarios válidos para una gran competición pero, por libre, disponemos de decenas de rincones donde practicar cualquier modalidad de pesca. Incluso en lo más profundo del invierno y tras semanas de heladas, podemos encontrar escenarios donde es posible capturar algún pez.

Siguiendo la tónica habitual del último año, seleccioné un escenario cerca de casa, a menos de 30 minutos conduciendo, donde esperaba poder clavar algún pez. Con la funda de la caña en una mano  y el panier colgado en el otro hombro recorrí los metros que había entre donde pude dejar el coche y el río.

Al llegar la visión del río me reconfortó. Era invierno, hacía frío pero el escenario presentaba un aspecto inmejorable. El río discurría con poca corriente para estos momentos del año pero bastante mejor que en meses anteriores. Además, el color del agua me pareció bueno: sin llegar a estar turbia (que hubiese sido ideal) estaba bastante más oscura de lo que me esperaba. No hay duda que los ríos madrileños cada vez bajan más limpios (salvo terribles excepciones) y con los fríos invernales es habitual encontrar el agua transparente como la ginebra. Había suerte y el color del agua jugaba a mi favor.

Aspecto de la zona elegida.

El puesto elegido se trataba de una zona tranquila del río justo después de una chorrera de una decena de metros. La zona se encuentra muy oxigenada y podemos encontrar una profundidad en torno a los 1,5 metros. El fondo es de grava y aunque hay alguna roca y alguna rama, está bastante despejada de enganches. A priori, un escenario ideal para tentar a los barbos.


¡Precioso el aspecto del río!

Mi planteamiento de pesca era de lo más sencillo. Con los barbos como único objetivo, confié toda mi pesca a una única baza: el gusano blanco. Sin minitalla que molestase y con peces con pesos entre 1 y 3 kg parecía claro que podía apostar todo al gusano.

Estrenaba caña de feeder (espero hablaros de ella en futuras entradas): 3,6 metros y potencia 20-60 gramos, a priori un poco floja para estos misiles de río. Confiaba que el frío los aletargase un poco y pudiese dominarlos sin muchos problemas. En el carrete línea de 0,20 mm y bajos largos, de 1 metro, en diámetros 0,14 y 0,16 mm de diámetro. Utilicé los anzuelos que suelo emplear para esta pesca: Wide Gape y Umitanago en nº 14 y 18 (más info aquí).

Bajos de 1 metro de longitud.

Materiales empleados para los bajos.
En cuanto al montaje, utilicé el estándar con cebadores de gusano de 25-30 gramos totalmente corredizos en la línea. Cierto es que cada 2 o 3 lances cambiaba el cebador por un plomo pera de mismo peso. La idea era dejar uno de cada 3 lances durante más tiempo estático en el fondo esperando que los peces se sintiesen cómodos sin la presencia del cebador y comiesen de forma franca.

Y realmente fué así. Saqué tres peces en las 3 horas que pesqué y dos de ellos picaron en los lances en los que puse el plomo y deje "reposar" el cebo más tiempo del habitual. Los peces se muestran apáticos con el frío y entran con recelo a la zona cebada. Creo que dejar el cebo en el fondo algo más de tiempo y minimizar brillos u objetos extraños en el fondo puede ser la diferencia entre coger o no coger peces.

Dos lances con cebador, uno con plomo.

Las picadas fueron tremendas. Nada de remilgos: picadón y a sacar 4 o 5 metros de hilo en la primera carrera. Destacar que no perdí ningún pez y que no sentí perder el control en ningún momento pese a lo enmarañado de la orilla y la poca potencia de la caña. Eso si, las carreras de los barbos fueron memorables. ¡Que gusto da pescar peces tan fuertes y bravos!

La primera parte de la jornada resultó muy tranquila. Sin sobresaltos. Intenté no perder la concentración y seguir cebando sin prisa pero sin pausa. Sabía que mi oportunidad llegaría cerca de la hora de comer. Los tres peces salieron cuando ya empezaban a rugir mis tripas: en la última hora de pesca. 

El último pez de la mañana cuando ya pensaba en recoger.

Espero seguir disfrutando del río el resto del invierno y poder ofreceros instantáneas cómo estas. No hay pez cómo el barbo y no hay mejor momento para tentarlo.



Texto: Daniel Porto. Fotos: Daniel Porto. 


1 comentario :

  1. estupendo articulo de puro feeder bravoooooooo........ espero con paciencia mas articulos de feeder david felicidades

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