De vuelta a Zújar - Zujar return

Otra vez juntos, otra vez de pesca.

Mi gran amigo Sergio y yo volvíamos a encontrarnos. Después de más de dos meses sin vernos Sergio volvía a España. No dudó mucho cuando le propuse unos días de pesca y no tardamos mucho más en decidir el sitio. El destino: de nuevo la Isla del Zújar. Fueron muchos los factores que nos hicieron decidirnos: la calidad de sus aguas, las mil opciones que ofrece en cuanto a pesca, los apartamentos al borde del agua y poder estar tranquilos, rodeados de naturaleza en medio de la Siberia Extremeña. Solo encontramos un defecto a este embalse: el tamaño medio de los peces es algo pequeño.

El embalse de Zújar es sinónimo de barbos. 

Desde el momento de llegar no paramos de pescar. Reconocimos el terreno con las cañas de bass en la mano sin tan siquiera sacar el resto del equipo del coche. Sacamos multitud de "palmeros" mientras decidíamos donde y como íbamos a afrontar los días que teníamos por delante.

Barbos de Zújar: pequeños pero muy luchadores.

Elegimos una de las reculas más cebadas de la zona, quizá por comodidad, quizá porque los peces que vimos deambulando por la zona eran algo más grandes que en el resto. Sondeamos, medimos y cebamos desde una de las canoas que se puede alquilar y empezamos a preparar todo lo demás. Las primeras horas fueron tranquilas. Los peces desconfiaron de un cebado copioso y hasta pasadas unas cuantas horas no apreciamos actividad en nuestro pesquil.

Con la canoa todo fue más fácil.

Decir que nuestro objetivo eran, sobretodo, los barbos. Aunque no fuesen muy grandes, los barbos del Zújar son luchadores y te hacen pasar un buen rato. En cuanto se activó el pesquil nos dimos cuenta de que ibamos a sacar pocos barbos. Una grupo de carpas de entre 1 y 3 kg se habían apoderado del mismo y se lanzaban igual a por boilies que a por otros cebos más pequeños. Adaptamos un poco nuestros montajes para seleccionar los peces y sacar algunos de los barbos que sabíamos estaban rondando la zona. Sergio dio con la clave al montar un cebador de gusano con un bajo más largo de lo habitual y sacamos algunos peces bastante bonitos. Sobre las carpas... ¿Qué decir? No pasaban más de cinco minutos sin que alguna caña marcase picada. La última mañana, mientras que yo pescaba al acecho, Sergio sacó más de 20 peces en 3 horas.

Cebadores de gusano: quizá la clave para sacar los barbos.

La freza está cerca, muy cerca.

También pescamos algunos ratos por la noche. No estamos acostumbrados y se nos hizo bastante raro. Teníamos la esperanza de que peces más grandes entrasen a comer y montamos grandes boilies y pellets. El resultado se resume en unas pocas carpas del tamaño habitual y un par de pequeños channel que salieron a ser fotografiados.

Solo dos pequeños channel salieron a saludarnos.



"Stalking" o como patear orilla buscando carpas y barbos.

Lo primero es lo primero: to stalk = acechar, seguir sigilosamente. La primera vez que leí algo sobre pescar al "stalking" fue en el magnifico blog Kids - Carpfishing Madrid (aquí). El compañero Gerar defendía este tipo de pesca diciendo que era "adrenalina pura". El caso es que nunca supe donde aplicar las ideas que Gerar transmitía hasta este fin de semana. Después de patear orilla tras basses y poder observar pequeños bancos de carpas, barbos y carpines, me pregunté: ¿Por qué no intentar atrapar alguno de esos peces que merodean por las orillas? Era el momento perfecto para intentarlo.

Mi primer barbo pescado a "stalking".

Con el embalse tan alto que cubría el pie de muchos arboles de la orilla, con la caña de lance de Sergio (algo más dura que la mía) y un puñado de granos de maíz dejé a mi compañero al cuidado de cañas y alarmas. Con las gafas polarizadas y agazapado a la sombra de los eucaliptos fuí lanzando aquí y allá esperando que algún pez interceptase mi cebo. Nada más lejos de la realidad, los peces me veían desde lejos y rechazaban una y otra vez. Afiné el montaje hasta dejarlo únicamente en un anzuelo del nº 10, anzuelé un par de granos de maíz para que bajasen hasta el fondo de la manera más natural posible y elegí un gran tronco de eucalipto para esconderme.

Detalle de como se clavaban los peces pescando de esta manera.

A los cinco minutos observo a mi izquierda una carpa de algo más de 3 kg levantando bastante fango del fondo mientras rebusca algo que llevarse a la boca. Observo la dirección que sigue, lanzo unos metros por delante de ella y, cuando llega a la altura de mi cebo, se detiene. No puedo hacer nada más que estar quieto y esperar... De repente engulle mi cebo sin contemplaciones, clavo y, tras un segundo de incredulidad, la carpa se gira y empieza a sacar metros de hilo del carrete de Sergio. ¡Impresionante sensación! La lucha del pez se vuelve más que emocionante y tras un par de carreras se rinde, exhausta, a mis pies. Vuelve a nadar sin tan siquiera posar para una foto... Adrenalina pura con un pez de 3 kg... ¿Cómo será clavar una carpa entrada en kg?

Muchas veces los peces se clavan entre ramas y palos.

A lo largo de los días siguientes perfeccioné el arte de esconderme y pude sacar algunos peces más, en su mayoría pequeñas carpas entre 2 y 3 kg. Incluso conseguí hacerme con un par de barbos de buen tamaño que andaban removiendo las ramas y palos hundidos que había por las orillas. Creedme si os digo que localizar un barbo hermoso comiendo en la orilla con parte de la cola fuera del agua, lanzarle el engaño entre las ramas y ver como lo coge es una de las mejores experiencia que te tenido como pescador.

Siempre Captura&Suelta.

Fotografías: Sergio Agenjo y Daniel Porto.  Texto: Daniel Porto.


4 comentarios :

  1. A quedado genial, muy buen reportaje compañero ;)

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    1. Gracias amigo. No es más que la descripción de los días que pasamos allí.

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  2. Enhorabuena, muy buena pinta tienen esos peces y esas fotos.
    Saludos
    www.romanillosamosca.com

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  3. Gracias David! Viniendo de tí, con un blog tan bueno como el que tienes, es más que un halago. Intentaremos seguir así!

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